No era la
primera vez que Manolo pasaba por allí. Sabía que en cualquier momento se
encontraría un alto en el camino y lo harían esperar unos minutos. Por eso
siempre intentaba salir con tiempo suficiente para no ir con prisas. Le gustaba
llegar con la carga antes de la hora convenida para no tener que jugarse la
vida en la carretera. Pero no siempre dependía de él. Esa mañana escuchaba un
nuevo disco de su artista preferido que había comprado la tarde anterior
mientras paseaba por el centro comercial haciendo tiempo antes de cargar el
camión. Cuando Rosa lo paró en la autovía a medio construir sonaba en la voz
desgarrada del artista la primera canción del disco Mr. Hambre, “El
Joraique”. Era la tercera vez que la
escuchaba, una detrás de otra, atrapado por la leyenda hasta ese momento
desconocida para él de un bandolero morisco del siglo XVI, imaginándose sentado
en la plaza de cualquier pueblo escuchando un trovador cantando las hazañas y
desventuras de aquel perseguido por la justicia.
La vio con el
brazo en alto sujetando la señal de stop. El chaleco fluorescente, el casco y
la distancia que los separaban le impidieron reconocer la belleza de la mujer
que cambiaría su vida. Fueron sus palabras las que lo atraparon para siempre en
ese pueblo, por el que había pasado cientos de veces llevando cargas a Málaga.
-
Te toca esperar unos minutos Joraique – lo dijo
con la naturalidad que dan las frases hechas.
-
¿Cómo has dicho? – preguntó Manolo sorprendido
al escuchar el nombre que hasta esa mañana le era totalmente desconocido.
-
¿No vas bien del oído? He dicho que te toca
esperar unos minutos.
-
No, no, digo sí, del oído voy perfectamente
bonita. Me refería a como me has llamado
-
¿Joraique? – preguntó Rosa sin mucho
convencimiento.
-
Eso mismo, ¿por qué me has llamado así, conoces
esta canción? – y le dio voz a la radio dejando a Juan Perro cantar la promesa
que hizo el Joraique de poner fin a la guerra si le daban la llave que abría la
cancela de su tierra.
-
Eso suena al Fary pero con menos ritmo – Manolo rió
aquel comentario – lo de Joraique se lo digo a todo el mundo. De pequeña me
contaron su historia y de los detalles recuerdo poco pero el nombre me tuvo que
hacer gracia y sin poderlo remediar se me escapa sin querer. – y con la
picardía escondida en sus palabras, añadió- En el pueblo dicen que en el fondo
espero a un bandolero que me robe el corazón y por eso lo repito tanto, con la
esperanza de que alguien se sienta reconocido. Pero si tienen razón lo llevo
complicado porque hombres como aquel ya no quedan.
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